Natura de Morella, sus padres abrieron Vinatea cuando Àngela Milián tenía 1 año, pero su historia no es la típica en la que “sabía desde pequeña que quería ser cocinera”.
Fotos: Deivid Gar Trebol
A los 18 anos se marcha a Barcelona para licenciase en diseno gráfico. Aunque hizo vida durante 8 años en la ciudad cosmopolita de la región de catalana, regresaba cada fin de semana a Morella para ayudar a sus padres, incluso mientras trabajaba en un despacho como diseñadora. Aunque la ciudad la llamaba a anclarse y echar raíces, en su cabeza siempre estaba en Vinatea y guardaba el intenso deseo de regresar a la tierra que la vio nacer. Así que a los 26 anos decide cambiar el rumbo, regresa a Morella y se centra en el restaurante.
Empezó haciendo los postres del restaurante y poco a poco se fue introduciendo en la cocina con los conocimientos de su madre y añadiendo sus propios toques de manera autodidacta. “Elegí la gastronomía porque es un mundo que me apasiona, no escogí la cocina solo como una profesión sino como mi lenguaje de comunicación, una forma alternativa a las palabras para expresar mi visión de aquello que me rodea y exteriorizar mi creatividad”. Para Àngela, la cocina es una disciplina totalmente creativa “Siempre tengo la inquietud de aprender cosas nuevas y empaparme de aquellas cosas que me pueden aportar valor añadido en la cocina”.
“Tenemos como objetivo ensalzar los productos de Els Ports y darlos a conocer a través de nuestros platos. Estudiamos nuestro entorno, ideamos nuevas propuestas inspiradas en nuestra extraordinaria despensa natural, buscamos setas, hierbas aromáticas, trufas… Trabajamos con artesanos del pan, con la quesería Pastor de Morella, carnicerías del pueblo que nos hacen los embutidos, vinos ecológicos de la provincia, los mejores aceites del Maestrazgo, productores de fruta y verdura ecológica, cabritillos de nuestros montes, ternera de Morella… Queremos sorprender al cliente con cada plato, activando todos sus sentidos y que se sumerjan en nuestro entorno”.
La Anti-receta de Àngela Milián: Crema de huevo frito de masía con níscalos, cecina de ternera de Morella, almendra marcona y trufa negra
Los olores y sabores de la tierra y los colores de la vida, integran un paisaje gastronómico rico en elementos y en imaginación. La cocina morellana ha evolucionado en la fusión de la sabiduría tradicional y la vanguardia culinaria.
Innovación, investigación y dedicación componen este mapa de los sentidos que es la cocina moderna morellana. Una cocina de temporada que profundiza en la riqueza de productos que ofrece la tierra en las cuatro estaciones del año.
Como protagonista de mi receta, he elaborado una crema de huevo frito de Masía porque me recuerda a mi infancia ‘era mi plato preferido’.
Nada resalta más la trufa que unos huevos fritos. Si hablamos de su forma más tradicional, este es el plato por excelencia que preparan todos los truferos cuando vienen de recoger la trufa en el monte. La trufa es el diamante negro de nuestra gastronomía y mi debilidad.
Este plato es la máxima expresión de km0, tenemos la suerte de contar con una despensa natural extraordinaria que nos permite acercarnos a nuestros productores y sus joyas, se presentan en armonía en esta propuesta.
La cecina es de ternera de nuestra comarca. A diferencia de la de León, la nuestra no se ahuma porque contamos con un clima seco.
Vamos a añadir las maravillosas setas que crecen en nuestros montes y que recolectamos nosotros mismos en otoño con mucha ilusión.
No pueden faltar las almendras de Albocàsser recolectadas por amigos.
Morella tiene un clima frío y seco, con largos y duros inviernos, pero ideal para estos productos que conforman un plato que representa el terruño, el frío, la montaña, la despensa de las masías… es muy mío.